La frágil confianza

Supongo que la confianza es como un jarrón que cristal,
que cuando se rompe, se puede pegar con loctite,
pero ya nunca queda igual.
 
Últimamente he vivido muchas pruebas de esto, demostraciones de la vida de lo valiosa y preciosa que es la confianza, atesorada con esmero y tiempo, y cómo, en tan solo unos segundos, se puede perder por completo. Pero incluso en circunstancias así, la vida sigue siendo maestra, pues hay niveles, hay raseros y mil formas de medir la vida. Hace años recuerdo un espectacular debate entre qué es peor, teniendo pareja: ¿Acostarte con alguien o mantener una relación platónica no física con alguien?
Cada persona opinaba algo distinto, había para quienes algo platónico, una leve llama de un amor, era mucho más grave que un acto animal y físico. Otras personas, sostenían que la infidelidad física era más grave que cualquier flirteo platónico. Al final, como tantas y tantas cosas en la vida, todos tenían su parcela de razón.
 
Ayer tuve una de esas conversaciones que te rompen algo. No suelo esperar mucho de las personas, pero alguien a quien quiero defendía a otra persona a la que considero prácticamente un criminal. Recuerdo que tras oír sus palabras de preocupación, tan incoherentes entre sí, no supe qué decir. Un «vale» se quedó en el aire, pues me había quedado desarmado ante cómo alguien puede malgastar fuerzas en cuidar de alguien que podría haberte destrozado la vida y que intentó, metafóricamente, asesinarte (y no metafóricamente, quitarte a tus hijos).
Todos somos tan distintos, vemos y vivimos esto de modos tan dispares ¿Dónde empieza la verdad y termina el orgullo? ¿Cuándo sabes si tienes razón o si lo que ves es tan solo una mancha en tus gafas? Quiero seguir creyendo que más allá de pruebas está el corazón y la verdad, la honestidad y la empatía. La gente mala, y la buena.
 
No es nada sencillo mantener la cabeza fría.
Dos problemas me han preocupado últimamente. En un caso, alguien que hace tiempo que no pregunta cómo estoy se ha ofendido por en error mío inexcusable, pero ¿Es más valioso su orgullo que todas las horas que he dedicado a hacer más soportable la levedad de su Ser? Si él considera que es así… pasapalabra, no quiero más de eso, si no eres capaz de asumir tu parte de un error, si no eres capaz de pedir perdón, incluso cuando no seas el único culpable, apártate de mi camino.
El otro, quizás la otra cara de la tortilla. ¿Qué sucede cuando lo que más te une a alguien es la confianza y esta se altera o se rompe? Si no puedes creer en lo que alguien dice, si te sientes mal-tratado mientras esa persona cuida a maltratadores, si te creen un juguete… quizás sea hora de dejar la partida y mudarte de planeta. Si alguien tiene miedo a contarte algo y vive una vida entre tinieblas, quizás vuestro vínculo no sea tan fuerte como para soportar los vientos del destino y las tormentas del tiempo y haya que emigrar.
 
Tantas preguntas, tanto que aprender para formular las respuestas.
 
 
 

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