La locura no tiene cura

La verdad es que estas últimas semanas han sido muy positivas, a la par que surrealistas, y no solo por ver cómo carros de mierda iban sepultando a Cifuentes, cada cerdo tiene su San Martín. También se me ha despejado el cielo de un nubarrón que llevaba mucho tiempo en mi vida, y cuando algo así pasa, puedes respirar hondo y disfrutar de que tus pulmones se llenan más que antes. Otro día quizás deberíamos hablar de dependencias emocionales, vampiros y gente tóxica… y hoy, puestos a elegir un gremio, hablemos de los locos.

La verdad es que la gente mentalmente sana suele ser un pelín más aburrida, y todos tenemos pequeñas dosis de locura, y es tan importante como la sal en la comida. Si bien hay gente que está deliciosamente chiflada, y son la salsa de la vida, hay otros con los que hay que tener especial precaución, pues disuelven su locura en una gran ausencia de calidad humana; creyendo ver molinos, como el Quijote, están dispuestos a pasar por encima de quien haga falta para atravesarlos con su lanza, y no es una metáfora sexual. Es difícil medir la nobleza de un corazón, e incluso los corazones más puros y honestos pueden cometer errores, o pueden ser mal comprendidos, pero sí es cierto que una persona dispuesta a matar o pasar por encima de otra conscientemente, por ejemplo, no es buena. Hay una gran diferencia entre el que tira un piano por el balcón, pues es estúpido y está haciendo un montaje para una foto de Instagram que sale mal, y no cree que pueda caerle encima a alguien, y la persona que tira ese mismo piano sabiendo que una persona en concreto pasará por debajo en ese momento. También hay que prevenir la estupidez, pero sobre todo, alejarse de esas personas capaces de apuntar con un piano como si fuera un cuchillo.

Y es que si somos honestos con nosotros mismos… sabemos esas cosas. Nuestra intuición es muy fuerte, pero le damos de lado pues «esa persona nos hace caso o nos quiere«, «tenemos una fuerte química«, «necesitamos cariño«, «valoramos su compañía«, «miedo a la soledad» o porque «compartimos hobbies«, pero la realidad es que si te quedas cerca de una persona nociva, tarde o temprano, acabará por salpicarte el ácido que lleva por sangre. Siempre recordaré el legendario capítulo de Cómo conocí a vuestra madre de «los ojos de loca«, y cómo decían, medio en broma pero con su parte de verdad, que en las miradas de algunas personas se pone de manifiesto esa demencia que acabará afectando tu vida si los mantienes cerca.
Hay Dalís, pero también hay Trumps.

Así que hoy celebro un «loco malo» menos en mi vida, y un aire mucho más limpio.

A ver si esta semana publico un relato muy bonito que escribí hace ya tiempo sobre una elfa fic-ti-cia, y que guardé para evitar suspicacias. Espero que os guste mucho.

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