Vaciando el pensadero…

Me encanta el concepto de «pensadero» de los libros de Harry Potter. Ese sitio en el que poder vaciar los pensamientos para revivirlos o compartirlos, o simplemente guardarlos para más adelante, pensamientos que incluso podrían ser de colores en función del sentimiento que predomine. Hoy tenía la sensación de que necesitaba vaciar parte de esos pensamientos aquí, como siempre he hecho, en mi hogar, este rincón… que llevo habitando ya 13 años, sobreviviendo a modas y tendencias, siendo un ejercicio de libertad (no siempre tanta como me gustaría) y un cierto control que tanto me suele gustar, al no depender de plataformas de terceros y poder ser yo quien gestiona esta particular Caja de Pandora con forma de Diario Personal, más o menos íntimo o afortunado.

Pensadero

A lo que iba, si de algún color predominan mis pensamientos ahora mismo… es el azul del viaje vivido. ¿Queréis que os cuente más cosas de Maldivas? En fin, no quiero aburriros, si fuerais submarinistas me escucharíais con avidez durante horas hablar de anécdotas y aventuras, pero es más complicado hablarle de magia a un muggle jajajaja, y no quiero perder vuestro interés. Ha sido un gran viaje, en el que he echado de menos cosas importantes, pero en el que he crecido y disfrutado mucho. Desde que llegué al gran azul, hace unos 4 años y medio, siempre he soñado con conocer a los grandes gigantes, y al hacerlo… en ambos casos, me he quedado sin palabras, con un nudo en la garganta que me ha oprimido el pecho sin dejarme otra opción que llorar como un niño emocionado ante algo tan hermoso. Hablo, por supuesto, de mi encuentro con el tiburón ballena, y de mi reciente encuentro con las mantas. Seres enormes, de una elegancia y delicadeza casi mística, que pueblan algunos selectos rincones de nuestros océanos. En unos días podréis ver en un vídeo que estoy acabando cómo se mueven estos gigantes, pero supongo que mi sensación va más allá de ello… ¿Se puede explicar la magia? Si pudiera lo haría, de lo que no tengo duda es que tanto si existe, como si no, habita en estas criaturas grandes y dulces.

Además de las mantas, conocí a una tortuga muy simpática y mal educada (estuve con ella 10 minutos y no me dijo ni «Hola»), 3 bogavantes que tenían la educación y cortesía que le faltaba a la tortuga, 10 pequeños nudibranquios que no me vieron por su falta de ojos, y unos 169 tiburones que posaron entre corrientes para mis fotos, y que fueron elegantes y educados, salvo aquel que se chocó conmigo en una inmersión nocturna, tropezón que saldamos con un cordial «disculpa» y una sonrisa tímida y sorprendida.

Ahora hay que subir el listón… tiburones tigre en Bahamas, o quizás Orcas allá dónde haya que ir a verlas, o ballenas… o quizás, mi próximo secreto lo esconda en su mirada un pequeño caballito de mar en Indonesia. Nunca hay que dejar de buscar secretos de la vida en las cosas más pequeñas.

En ese pensadero virtual, hay otros colores… rojos del corazón, violetas de los miedos y las dudas, verdes de los sueños por cumplir, negros como las cosas que nos avergüenzan… al fin y al cabo, la vida es esa guerra entre corazón y cabeza, entre luz y tiniebla, entre hastío… e incontinencia.
Qué difícil es no añorar lo que no se tiene, no valorar lo que sí, no desear un nuevo viaje… aún cuando casi no has acabado el anterior.

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