¡No al maltrato!

Hay cosas que no entiendes hasta que no las vives en tu propia carne, una cosa es escuchar a alguien hablar de maltrato, y otra, es vivirlo. Durante años he tenido cerca el maltrato psicológico, tan aceptado socialmente, sobre todo en un sentido… del hombre a la mujer. Los clásicos «Es que tu no vales» o el «No tienes ni idea» son el comienzo de un camino oscuro que lleva a sitios muy tenebrosos, en los cuales se destroza el alma de un género que le da sentido y belleza al mundo.

El machismo, arraigado y aceptado, no se desvanece todo lo rápido que nos gustaría, e incluso el hombre que se crea más equitativo tiene en su subconsciente el virus que la sociedad le ha implantado con respecto a una igualdad aún lejana.
Sin embargo, también los hombres sufrimos maltrato. Tan solo hace falta una mujer dispuesta a imponerse y un hombre que poco a poco, vaya aceptando un rol más sumiso, y enamorado, intente satisfacerla y complacerla.
Una vez me crucé con una mujer que vivía de bronca en bronca y que se pasaba el día gritando demandando atención y cariño, que confundía querer con poseer y que quería tener siempre a «su hombre» cerca, que no le importaba que yo renunciara a todos mis amigos para estar con ella ¿Qué más podía necesitar?. Durante un tiempo, sentí en mi piel todo esto de lo que hablo.

¡No pienso tolerar tu maltrato!
— ¿Maltrato? Anda, no me seas nenaza, que eres sólo medio hombre.
¡No voy a dejar que me insultes!
— Pero cariño, si yo te quiero más que nadie en este mundo.

No tengo ni idea de la teoría de este tipo de procesos de maltrato, pero aunque desde fuera resulte imposible de creer, un amor mal comprendido es la base de todo. Es un amor enfermo, posesivo, y por lo que he visto, el maltratador tiene un serio complejo de inferioridad que intenta superar machacando a la otra persona e intentando ponerse siempre por encima, y siendo incapaz de ser mejor… intenta debilitar a la otra persona para conseguirlo.

El problema es que el maltratado se queda enganchado a esas subidas y bajadas, a ese deseo de revivir esos momentos elevados en los que eres lo más importante y hermoso para esa persona que cuando está bien, que te mira y te quiere como si fueras el centro del Universo. ¿Qué luego vienen las malas rachas? Sí, claro, hay que llevarlas lo mejor posible, porqué el/ella me quieren de verdad, y es algo que no puede controlar, y cuando estamos bien estamos muy bien, hay que sacar esto adelante…
Las excusas se suceden, y la cárcel, que se forma lentamente alrededor del maltratado, es real, aunque él/ella no la han visto pues se ha ido construyendo lentamente, está claro que si el primer día alguien te trata como lo hace unos meses o años después, le mandas a paseo sin dudarlo.

Si de verdad amas a una persona, serás feliz viéndola crecer y volar, incluso por encima de ti.
Si tenéis un amigo o amiga que está siendo maltratado, apoyadle con cariño, dejad que descubra qué necesita y cuándo, dadle vuestra opinión si la pide y recomendadle terapia, y recordadle que hay vida más allá de esa relación y mil cosas geniales por vivir, recordad que no ve lo mismo que vosotros y que aunque sufre, está enganchado a una relación que se muere porque alguien le consume lentamente la vida.

A veces el proceso me recuerda tanto al tabaquismo…

No hay justificación para el maltrato, ni físico ni psíquico, y por ello no se debe disculpar ni perdonar, si no eres capaz de sentirte igual a otra persona y para que sea así necesitas destrozarla hasta que esté por debajo de ti, necesitas terapia urgente y prolongada.

¡No al maltrato!
 


 
 
 

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