Vivir para reconocer errores y aprender

Estos últimos meses he cambiado una serie de hábitos y me ha sorprendido cómo me he acostumbrado a cosas que no hace tanto, consideraba poco probables. Del mismo modo, el cambio de actitud mental, me ha permitido ver cosas que antes no veía, y empatizar mas con la realidad que me rodea. Me he encontrado con algunos errores que he cometido en los últimos años, y he reiterado la enseñanza que me dice que si ignoras esa energía que nos conecta a todo, al final, tomas peores decisiones que si te dejas llevar por tu simple y llana intuición.

Por ejemplo, en lo referente a dieta y nutrición, he «aprendido» lo bien que sienta desayunar copos de avena, concretamente, unos ecológicos que compro en la herboristería de mi pueblo (otro cambio, incluir esta tienda en mis compras quincenales). Acostumbrado a los cereales en plan chocapic o estrellitas, la avena al principio sabe un poco raro, pero le acabas cogiendo el gusto. Tengo una amiga que hace años me recomendó ese tipo de desayuno, pues para ella lleva siendo vital casi toda su vida, así que la avena… me recuerda a ella. La tomo con leche de almendra, algo que también me recomendó otra amiga hace un tiempo y que no pensé que acabaría adoptando de ese modo. Cuando desayuno en casa, mi avena con leche de almendras calentita es el cielo.

Hablando del corazón, he de confesar que hace ya demasiado tiempo me enfadé con alguien que durante mucho tiempo consideré sin temor a dudas «el amor de mi vida», pero qué, cosas de la vida, no opinaba igual que yo ni sentía lo mismo aunque me quería mucho «como amigo» (friendzone de mierdaaaaa!). Hace unas semana me acordé mucho de ella y de lo injusto que fui al echarle en cara que no me diera una oportunidad como pareja, para cerrar así los continuos capítulos de desdichas sentimentales que durante años han asolado inmerecidamente su vida (y la mía, qué cojones). Yo, claro, estaba seguro de que revolucionaría su mundo y le daría el color y la plenitud que merece, obviamente me equivocaba. Como decía el genio en Aladdin, todopoderoso en el Universo: «No puedo hacer que un alguien se enamore de otro alguien«. Tenedlo en cuenta, os toque el lado que os toque, pues tan duro es no ser correspondido, como que alguien te quiera más de lo que jamás soñaste, y no poder corresponderle.

En estos últimos meses he (re)aprendido la importancia de la salud, y cómo no la valoramos cuando la tenemos, y como no podemos pensar en otra cosa cuando no es así. El valor de los amigos, los que cada día te dan mil motivos para morir por ellos y los que, una vez visto su plumero, sabes que no tendrán un hueco en tu mañana. He recordado que es necesaria una sequía para que la tierra celebre cantando la llegada de la lluvia, y que debemos permitirnos algunas semanas o días grises, para luego resurgir con optimismo de fénix y ganas de exprimir el pomelo de la vida como merece. He reaprendido cuánto me queda por aprender, sin olvidar jamás lo vivido, ni lo que al corazón le prohibimos. Y he recordado las ganas de equivocarme hasta que unos ojos me griten que se acabaron los tropiezos y los errores, y que solo queda un comienzo, un horizonte y un primer beso.

«…Siempre me quedará, la voz suave del mar…»

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6 Respuestas

  1. bruma dice:

    Y así nos vamos haciendo grandes y sabios, en un camino que no termina.
    Me alegra tu consciencia y tu aprendizaje. Love u. Miss u.

  2. Ana dice:

    Lo mejor de todo es no dejar de aprender, porque nos hace más grandes. Y si es para una mejor vida, no hay mejor razón.
    Eso sí… también puedes añadir un toque de canela a la leche de almedras y a la avena. ¡Ese ya es el desayuno pro! :)

  3. Toni dice:

    Para exprimir el pomelo como merece a veces hay que olvidar lo vivido, créeme!

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