Unas veces se gana…

Esta última semana ha sido muy curiosa, y una serie de catastróficas desdichas me han acaecido desde diferentes frentes. Bueno, tras el dramatismo inicial, seré del todo honesto. Mi vida estaba bastante tranquila, en la que metafóricamente surcaba en mi barca un océano plácido, con olas muy esporádicas, y de repente… llegaron siete u ocho olas de golpe… y bueno, acostumbrado a la paz, he de reconocer, que me asusté un poquito.
Y entonces recordé el placer de levantarte, manteniendo la calma, recordando lo poquito que hace falta para cambiar radicalmente tu mundo: con un buen puñado de actitud, enterrando el derrotismo fácil, y organizando paso a paso las soluciones, las cosas se van resolviendo… o mejor dicho, las vas resolviendo, lo que te hace recordar lo fuerte que eres. El mundo cambia tanto con nuestra actitud… yo diría que incluso cambia «todo».
Por desgracia, no todo tiene fácil solución, y cuando la desdicha es que un ser querido sufre de problemas de salud… solo te queda enviarle energías a esa persona (que es el rezo realista de los ateos), y desear su recuperación con lo mejor de tu corazón. Y a esas dos personitas, una entre bosques encantados, otra en una isla, les deseo una pronta recuperación envueltos en el cariño ganado con su forma de ser y entregarse a los demás.
Así que lo importante son esas personas, y no enumeraré todas las cosas que han salido mal o me han preocupado esta semana… lo que no he podido solucionar, lo he dejado para más adelante, y todo junto me ha recordado el valor de la gente, el valor del presente, y que de todo se aprende.

Y bueno, concluiré con la frase que le pone medio título a este post, sacada de un dibujo de Reparando Alas Rotas (un proyecto muy interesante de una amiga del que ya os iré hablando según florezca).

En la vida,
unas veces se gana,
y otras…
¡Se aprende!