A las puertas de Mordor

– ¿Cómo se sabe que un amor es real? – me preguntaste, y me hiciste reír de nuevo. – ¿Porqué te ríes? – añadiste, y cuando dejé de sonreír, hice un gesto con los hombros, para ver cómo respondías. No tardaste en poner cara de enfadada. Seguí jugando y añadí...