Apuesta y beso

Él había llegado a su cita con una amiga con una hora de antelación, el tráfico es un ser vivo y nunca se sabe con qué humor te lo vas a encontrar, y aquel día, sonriente, no opuso la menor resistencia. Para hacer tiempo, se acercó a una taberna irlandesa a tomar algo tranquilo, sentándose en la barra mientras pedía una cocacola bien fría y el camarero le miraba mal por tal osadía. Era un día de verano y él se había puesto cómodo, con una camiseta y vaqueros, y sus converse favoritas, de color gris oscuro.
Se sentó de lado y vio de frente un grupo de chicas que hablaban entre ellas. Incluso le pareció ver que decían algo de él, pero la música no le permitió escucharlo. Todas ellas estaban radiantes, y dos de las cuatro eran especialmente guapas y lucían unos vestidos llenos de colores que permitían ver sus magníficas piernas y sus interesantes escotes. Él pensó entonces en que si la primavera era la época de esplendor de la naturaleza, el verano hacía que las mujeres lucieran más hermosas que nunca, no solo por la ropa, sino por cómo son capaces de reflejar el Sol en sus caras. Decidió intentar concentrarse en el libro que llevaba en su bolsa y se sumergió en su lectura.
De vez en cuando levantaba la cabeza y tenía esa sensación de ser el blanco de las conversaciones de las chicas, pero alejaba esos fantasmas y volvía a su lectura sin distraerse con la magnífica visión cercana. En las páginas, un amor imposible se desgranaba, metáforas y relaciones humanas tan complejas como simples, relaciones «ni contigo ni sin ti» y pasión a raudales.
De repente una de ellas se levantó y se acercó a la barra.
 

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Hola ¿Qué tal? Me llamo Franchesca – le dijo la chica
Era, para él, la más guapa de la mesa, sus ojos azules hacían un contraste fabuloso con su pelo liso y negro. Su boca la conformaban unos labios preciosos, y el vestido de tirantes permitía apreciar su cuerpo, dónde destacaban unos hombros fabulosos de los que seguramente, estaría muy orgullosa.
Buenas tardes, yo soy Lorenzo – dijo él
Nos hemos fijado desde la mesa en que tienes unos labios preciosos – replicó ella sonriente.
Vaya… ¡Gracias! No suelo recibir ese tipo de elogios de desconocidas…
Pero seguro que te lo habrán dicho más de una vez ¿no?
Cierto, alguna pareja que he tenido y alguna amiga especial…
Ya me imagino, debes besar muy bien…
A él le costó ahogar la carcajada – Por supuesto
¡Qué bien! ¿Me lo puedes demostrar? – replicó ella con cara traviesa
Él empezó a mirar alrededor con una mezcla de «¿me está pasando esto a mi?», «¿Estoy soñando?» y «¿Dónde está la cámara oculta?». Lo único que fue capaz de decir fue:
¿Lo dices en serio?
Si, claro que si, no sé si tienes novia o no, pero será algo tan inocente que ni a ella la ofendería…
¿A ti no te ofendería que tu chico besara a una desconocida? – dijo él
Pero ¿acaso tienes novia? – respondió ella
No, no tengo
Entonces ¿De qué hablamos? – dijo sonriente
Es que así me da tiempo de considerar tu oferta y pensar en qué hacer
No sabía que los hombres pensabais…
Algunos intentamos que predomine el uso del cerebro superior. A ver, cuéntame, de dónde nace esa curiosa petición tuya… ¿Apuesta o deseo? – dijo él
Vaya ¡cinco puntos! un poco de cada, las chicas dijeron que no me atrevería, y yo deseo un buen beso, estoy un poco cansada de cerdos y diamantes sin pulir – contestó, una vez salió de la sorpresa de la pregunta.
Entonces ¿Te vale cualquier chico? – dijo él juguetón
No, si tengo que hacer eso, que sea por una boca como la tuya. – replicó.
Si te beso, esta tensión en el aire será cortada, se habrá deshilachado la fantasía, ya no seremos un pensamiento dónde el deseo es puro, seremos una realidad que almacenar en un baúl lleno de sueños cumplidos… y no ese corcho en la pared dónde habitan contadas las fantasías que habitan nuestra mente toda la vida. – dijo él, consciente de que su lectura se le había subido a la cabeza – creo que prefiero no hacerlo.
Ella se quedó sin saber qué decir.
La princesa que nunca había escuchado un «No» se había quedado con una cara huérfana y hueca. Le costó saber qué decirle a continuación, se tomó su tiempo.
Entonces ¿Quieres besarme o no? ¿Eres gay? – palabras que ella más que decir, dejó en el aire
No y no. Pero me ha encantado charlar contigo, he de irme.
Cogió su libro y su bolsa y salió por la puerta sin mirar atrás, dejando tan solo en la mesa un marcapáginas suelto. La chica tardó unos segundos en reaccionar y recogerlo para llevárselo. Cuando cruzó la puerta él se había alejado un par de metros.
¡Espera! ¡Te dejas esto!
Él se acercó y le dedicó una gran sonrisa. Le dió las gracias y mientras con una mano cogía el marcapáginas con la otra agarró a la chica de la cintura y juntó ambos cuerpos. Mirándola a los ojos, y a lo que se esconde tras ellos, le preguntó:
Si quitas de la ecuación la apuesta ¿Qué queda?
Ella se tomó unos segundos, con el tiempo en pausa, para finalmente responder – …tan solo deseo.
Y entonces, él le dio el mejor beso que tenía, y ella correspondió adecuadamente.
 
Cuando volvió al bar se sentó junto a sus amigas como ida, ausente… perdida en otro momento.
Una de ellas le preguntó – ¿Qué? ¿Qué ha pasado?
Y ella respondió – Pues perdí algo más que una apuesta.

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4 Respuestas

  1. Moona dice:

    Me da que Franchesca contará y recordará la anécdota y el beso por muuuucho tiempo. ¡Me encantó! :)

  2. Olga dice:

    Franchesca…Umm esta chica no será mi prima que vive en EE.UU? Jajaja
    que casualidad el nombre…Me sorprende tu capacidad creativa para
    imaginar las historias y luego como fluyen las palabras para escribirla, me
    gusta el personaje de labios tan sensules…y deseables =)
    Gracias por deleitarnos día a día con tus relatos !
    Muaaa :)))

  3. Tegala dice:

    Como siempre… me ha encantado!!
    Gracias por este regalo para un día caluroso.
    Un abrazo.

  4. Noa dice:

    Me ha encantado el desparpajo labial de ambos ;-)

    Un abrazo.

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