Midiendo las palabras

Quienes me conocen saben que soy una persona generalmente amable, y digámoslo abiertamente, adulador. Así he sido durante gran parte de mi vida, y no tengo porqué avergonzarme de ello. No le veía contraindicaciones, si bien, hay que recalcar, que siempre he intentado que mis palabras fueran coherentes con mis sentimientos, aunque en ocasiones tuviera el corazón dividido o exagerara los mismos, lo cual sí tiene que ver con el post.
Eso ha cambiado bastante en los últimos dos años, pienso lo que digo y no digo lo primero que se me pasa por la cabeza, intento medir muy bien mis palabras, para no crear confusiones, y sobre todo porque me lo debo a mi, y se lo debo al mundo.
Ya lo decía Caius Piropustuus en la era romana «No hay nada mejor para medir el uso de tu espada que saber el dolor que produce ser trinchado por una«, y eso es así para muchas cosas. Por ejemplo, la mentira, sólo cuando sufrí el desgarrador daño que pueden producir, supe cuanto daño podía hacer con las mías, y desde entonces, me he pensado muchísimo el emplearlas, erradicándolas de determinados círculos de mi vida.
Evidentemente, esto también aplica a las palabras amables y piropos, exaltación de amistades que duran dos días, elogios hacia una persona que apenas conoces o piropos que no sientes de corazón hacia alguien próximo, bien porque pienses que los necesita o le pueden subir la moral, o por cualquier beneficio que puedas creer causarle (o causarte), pues no siendo sincero, es dañino. Este año he conocido alguna persona que afirmaba que yo era un Profeta elegido para traer de nuevo la luz al mundo, y poco después he visto cómo se giraba hacia otro y le decía «Creo que eres un Profeta…» (y sí, es una exageración metafórica) Para mi esto no aplica a nivel de sensaciones, puede haber personas que te caigan muy bien desde que las conoces y otras que nada más conocerlas sabes que las quieres cuanto más lejos mejor, pero no hablaré de eso, otro día hablo de sensaciones, energías y almorranas, y cómo no confundir una cosa con otra.

Como digo, no es algo que haya aprendido este año, pero si que lo he comprendido mejor que nunca, enseñanzas nada fáciles que sin embargo curten la piel, y como no, te hacen crecer. A menudo, el que dispara elogios en todas direcciones pierde el sentido de sus palabras, pues ves que lo que te dice a ti haciéndote sentir especial, lo dice igualmente a otro grupo de personas, dejando huecas y vacías las que te dedicó a ti.
Estoy seguro que este año no es el año que más amigos he hecho en mi vida, pero espero haber estado a la altura de darles motivos a los buenos amigos que tengo en mi vida para seguir otro año más a mi lado. Son pocos pero buenos, sinceros e íntegros, de valor incalculable, sin efecto boomerang ni alas, sin velos ni esquinas, tan solo amigos de verdad.

Y no puedo cerrar este post, siendo justo, sin pedir disculpas a aquellos que hayan sufrido de mi en el pasado aquello que ahora critico. En un continuo aprendizaje, se cometen muchos errores, y de una cosa nace la otra, y en ciertos aspectos, seré y quiero ser un eterno aprendiz.
Para darle valor a la palabra, hay que callarla para que gane fuerza y sentido, y medir el peso que tiene antes de soltarla haciendo promesas que no cumplirás o dibujar algo nacido del entusiasmo momentáneo con lo que le romperás el corazón a alguien.

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4 Respuestas

  1. Moona dice:

    Bonita reflexión, con la que, de algún modo, me identifico :)

  2. Tegala dice:

    Siempre he intentado medir mis palabras pero no herir innecesariamente pero procurando ser sincera. Nunca he sido dada a adular y si digo y me doy en porque lo siento.
    Pero con lo años he aprendido a no medir con quienes no miden y no les importa el daño que hagan. Así que ahora con ellos digo lo que pienso sin escoger las palabras o eligiendo las peores y así echo lejos de mi a estas personas.
    No tengo muchos amigos, los tengo de verdad y todo resulta más fácil con ellos.
    Gracias por la reflexión.

  3. Bruma dice:

    COHERENCIA. Ese gran infravalorado rasgo tan poco presente en estos días de falsas promesas. Estoy muy de acuerdo con tu post, con lo que cuentas sobre las palabras que de tanto usarlas pierden tu sentido, los piropos gratuitos y las falsas promesas. Coherencia, es lo que pido al año nuevo. A ti te la veo, caminando cada vez mas hacia ti mismo. :-)
    Grande.

  4. una princesa dice:

    A mi me gusta la gente que es espontánea pero si es cierto que, a veces, es importante contar hasta 10 antes de hablar. Tampoco me gustan los cumplidos y las personas que miden sus actos simplemente porque es lo que hay que hacer y no hacen las cosas porque las sienten. Pero, en ciertas ocasiones, es de agradecer.
    Soy la persona más sincera que conozco pero no apuesto por una sinceridad que haga daño a los demás.
    A la gente se le va la fuerza por la boca. Y como dice Bruma, no existe coherencia entre los actos y las palabras.
    Yo tengo… amigos, amigos,… creo que uno o dos. La verdad es que me cuesta creer que en 30 años no haya consiguido alguno más, pero la mayoría los he dejado marchar.
    En resumen, las relaciones se construyen pasito a pasito, despacio para que se pueda saborear sin vanales sorpresas.
    Y aquí estoy yo, para hablar de lo que necesites (después de esta enorme parrafada) ajajjaja muak

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