Con la mirada clara

Con la mirada clara contemplaba lo más profundo de aquel firmamento azul que le regalaba aquel mediodía de verano, sentado al borde de un acantilado donde su amado mar podía impregnarlo en persona con su perfume salado y blanco. Pretendía liberarse de todo miedo y había momentos en los que incluso se convencía a si mismo de haberlo conseguido, y seguía mirando desafiante a ese enorme cielo sintiéndose con fuerzas para vencer al Gris, para elegir el camino correcto en las sucesivas bifurcaciones, de correr el resto de su vida en lugar de caminar con precaución… ¡De volar!

Pero quedaba en él un miedo, ese que te hace reconocer que las fuerzas vienen y van con el mismo baile macabro con el que las musas nos visitan, sabía que esa sensación podría haberse ido mañana, y le amargaba aquel momento ese ténue temor que crecía en él… aunque fue lo suficientemente ágil para darse cuenta de que aquel mismo miedo estaba borrando ese sentimiento de que alguien tan pequeño como él podía dibujar una hermosa página en la historia, de que la fuerza no es un regalo, sino una posesión que puedes o no usar, de que el destino no lo dibujan arquitectos celestiales, sino que lo traza la energía de tu corazón, ese mismo corazón que tu alma gobierna… y se empapo de aquello, entremezclado con el mar, el optimismo le hacía brotar una sonrisa… podemos elegir más cosas de las que nos creemos, podemos tener fé en algo aunque estemos solos en ese credo, y él había elegido creer en cuentos de hadas, en una… la suya, en un mundo nada sencillo no venía mal creer en algo así, y esa era la única concesión que se hacía, no porque quería creer, sino porque algo dentro de él lo sabía como algo cierto y verdadero… y apoyó la mano en el suelo, se puso en pie al borde a aquel enorme acantilado, pensando en lo fácil que puede ser iluminar una vida, en lo bonitos que son los abrazos, en lo mágico del amor incluso cuando has de esperarlo durante años, sabía que ese algo que llevaba dentro y que había pasado la vida descifrando no era mas que la batalla entre una maraña de temores susurrándole ideas equivocadas y su propio conocimiento oculto de que él podía cambiar el mundo, marcar la diferencia, hacer mejor la vida de las personas, gozar del espectáculo de la vida y participar en el místico baile del conocimiento y el amor, del mar y la arena, de la Luna y la Tierra.

Sigiloso y sibilino el miedo a perder todo aquello se acercó de nuevo por su espalda, empujando su cabeza hacia esa espuma blanca donde la tierra y el mar peleaban por su territorio, ese sentimiento traidor le hacía reflexionar sobre lo gozoso de la sensación y el dolor que supondría su pérdida, permitiendo quizás convertirse en un Gris ¡Eso Nunca! ¿Cuanto valía la pena preservar aquello? Quizás todo, aunque no hubiera más momentos, si ese era el último la luz se quedaría con él para siempre… y sus piernas temblaron y dieron un paso al frente… ya no quedaba tierra, todo era aire… y mar…

… de pie al borde del acantilado contempló aquel espectáculo grandioso y se giró con una enorme sonrisa victoriosa, mientras imaginaba la cara de aquel miedo personificado en un dibujo animado, algo muy parecido a ese Coyote que nunca coje al correcaminos, una vez mas… se le había escapado, y sería así siempre, aquel sentimiento, aquella fuerza, esa intensidad… no se irían, formarían parte de él siempre, y mientras tanto escribiría páginas gloriosas en la vida de sus seres queridos, regalándoles momentos y sonrisas, instantes perfectos que lo harían inmortal, él podía cambiar el mundo y lo sabía… y los corazones de cientos de personas son testigos de que así lo hizo, y todo comenzó con aquel primer paso que lo alejaba de su faro.

 


U2
Miss Sarajevo
          

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2 Respuestas

  1. Bruma dice:

    Ufff.. Tiene tanto ese relato, tanto que no puedo comentar mas.
    La cancion me estremece de belleza, y ahí está un inmortal pavarotti.

    Ps: Miss U. Hablamos pronto?? :)

  2. Xavi dice:

    Precioso regalo…

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